La lengua indígena, un territorio cognitivo

La idea de nación aglutina la diversidad bajo un solo himno, una sola bandera y una sola lengua, es una idea nociva pues se combate activamente, por medio de políticas y recursos públicos, la existencia de lo distinto, dice la lingüista Yásnaya Aguilar

 

Oaxaca (N22/Perla Velázquez).- Oaxaca es el estado con más lenguas originarias en el país. El zapoteco, mixteco, mazateco y mixe son las que más se hablan. Ésta última se preserva en San Pedro y San Pablo Ayutla, de donde es Yásnaya Aguilar, lingüista que ha reflexionado sobre la desaparición de las lenguas y ha investigado cuál es el proceso político que ha influido.

Yásnaya Aguilar considera que el estado, además de que está desapareciendo las lenguas, también las utiliza como criterio para categorizar a los indígenas. Por ello, su trabajo de preservación va más allá de la transmisión del habla. Durante la Feria Internacional del Libro de Oaxaca la lingüista se presentó y aprovechamos para conversar con ella.

Has trabajado impartiendo talleres en las comunidades, ¿cómo has estudiado y qué has encontrado sobre la desaparición de lenguas originarias?

Como lingüista a mí me encantan las lenguas como sistemas abstractos, pero he de reconocer que no sólo es la lengua. Lo que me interesa ahora es los hablantes. Cuando una lengua se pierde es porque los hablantes han estado bajo una violación sistemática de sus derechos lingüísticos y en muchos casos derechos humanos durante mucho tiempo para que lleguen al punto en el que ya no se transmita la lengua.

Me interesa que las lenguas sigan vivas, que eso significa, que los derechos lingüísticos están siendo respetados, porque nadie abandona una lengua porque sí. Hay muchas razones para aprender una nueva lengua, pero ninguna de ellas implica que olvides tu lengua materna, no se trata de aprender alemán y olvidarte del español. En el caso de las lenguas indígenas sí sucede, porque hay una discriminación muy, muy fuerte y una violación a muchos derechos castigos físicos y psicológicos.

¿La preservación de las lenguas originarias también conlleva preservar los territorios y el pensamiento cosmogónico de la comunidad?

Sí. Ahora, me interesan más las poblaciones de hablantes y ver la lengua indígena como una manifestación de territorio, un territorio cognitivo. Dado que, para el Estado mexicano, aunque dice que es la adscripción lo que usa para saber si alguien es o no indígena, la lengua es, en realidad, el mecanismo con el que no tiene duda. Al mismo tiempo que está haciendo que desaparezcan, utiliza a las lenguas como criterio para realmente categorizarte como indígena. Allí hay una situación compleja. Me interesa preservar las lenguas en medida que eso significa preservar y respetar los derechos lingüísticos, humanos y cognitivos de los hablantes.

¿Se trata de preservar la historia que está impregnada en las lenguas originarias?

Sí. Dado que, en la lengua se codifican muchísimas cosas cognitivas, culturales, históricas, etcétera. Sí es despojar, así como se están despojando con megaproyectos territorios de pueblos indígenas es despojar de una herramienta cognitiva muy potente, que además ofrece una resistencia discursiva.

El primer gran límite que se le puede poner al estado es un no acceso a tu lengua. En ese sentido es muy importante y me parece que hay que recalcar que estas lenguas indígenas tienen el mismo valor que tienen cualquier otra lengua en el mundo y tratar de combatir los prejuicios, porque también eso hace que la sociedad mayoritaria hispanoparlante no pueda acceder a esa riqueza. En un contexto, en el que en el mundo es cada vez más valorado el multilingüismo, nos estamos convirtiendo en una sociedad monolingüe.

En las comunidades a las mujeres se les ha quedado la tarea de preservar la lengua, ¿cómo has estudiado este fenómeno?

Eso tiene dos caras. Por un lado, hay una carga hacia el papel de la mujer como guardiana de la lengua y la tradición, creo que en muchos casos es así, pero tampoco podemos soslayar que no es solamente que: “mi mamá no me enseñó mi lengua”, sino que hay además todo un sistema que no permite que eso esté sucediendo.

Por un lado, su papel ha sido fundamental, pero por otro lado tampoco podemos poner la responsabilidad en las mujeres, porque es otra carga y otro deber además de lo que ya el sistema patriarcal te pone.

¿Qué factores influyen para la preservación de la lengua?

Para mí, sobre todo, un factor político. Tiene que ver con un estatus político de las lenguas. Este estatus tiene que cambiar y tienen que ser tratadas como cualquier otra lengua y no hacer una diferenciación entre lenguas del Estado que tienen detrás de sí un ejército y una marina que los está, como ya dijeron otros lingüistas, apoyando y cambiar esto. También tiene que ver con respeto a territorios de los pueblos indígenas y de autonomía. Yo ya no entiendo el preservar las lenguas indígenas sin ejercer autonomía. Lo lingüístico es político no sólo cultural

¿Es a lo que te refieres cuando has escrito que México ya no es una nación, sino varias naciones oprimidas?

Si nos vamos un poco a una definición básica de lo que es una nación, un pueblo, es tener un territorio, una lengua, un pasado común y una consciencia de ser nosotros. De eso hay muchísimo, pero se ha hecho una falsa, una peligrosa, me parece, combinación entre Estado y nación.

Cuando se crean los estados, se crea una idea de nación artificial como si todos, como si México siempre hubiera sido México y una sola bandera, un solo himno, una sola lengua. Esa idea es muy nociva, es la que hace que todo lo que sea distinto a ese proyecto estatal no exista. Crea una idea de una nación, pero esa nación no existía y bajo ese argumento se combate activamente, por medio de políticas y recursos públicos, la existencia de lo distinto.

En este caso, a las lenguas indígenas se ha destinado dinero público para extinguirlas. No fue así: “de pronto dejamos de hablar, porque ya no nos funciona”. Hay una acción activa por parte del Estado para que desaparezcan.