Horacio Castellanos Moya, sobre migración y literatura

“El papel en defensa de la situación de los migrantes y todo, no es un asunto que te competa por ser escritor, es algo que tú asumes como ciudadano…”

 

Ciudad de México (N22/Alizbeth Mercado).- Horacio Castellanos Moya (Tegucigalpa, 1957) es autor de La diáspora, El asco, Insensatez, Desmoronamiento, entre otras novelas, y en sus textos hay una intertextualidad intencional, pero no con tintes de saga. Uno de sus personajes, Erasmo Aragón aparece en La señora y el retorno con la intención de comenzar de nuevo en México y fundar una revista.

En Moronga, el último libro de Moya, también aparece Aragón y José Zeledón. Ambos son supervivientes del horror, siempre están en estado de alerta y cuentan historias atravesadas por la violencia. Los dos consiguieron salir de El Salvador y llegar a los Estados Unidos, viven en Merlow City. Zeledón huye de su pasado en la guerrilla y Aragón es profesor en Merlow College, pero lo que busca es esclarecer la muerte del poeta Roque Dalton.

¿Está Aragón en vulnerabilidad constante desde su condición geográfica, es decir, su ser salvadoreño lo pone en riesgo, aunque ya consiguió llegar a los EE.UU?

Los personajes son muy vulnerables en Estados Unidos, pero en distintas situaciones porque Zeledón es muy vulnerable en el sentido de que todo en él es falso, su nacionalidad no es falsa pero su identidad sí porque es una identidad que él consiguió después de la guerra civil y tiene que estarse cuidando mucho de que no haya alguien que lo pueda reconocer. Su paranoia es de aquel que quiere pasar desapercibido, que no quiere que lo vean, tiene un TPS que es una visa para migrantes salvadoreños que ahora Trump se la retiró a 200 mil salvadoreños que tenían esa visa que era un permiso transitorio de residencia. Bueno, la novela sucede en 2010 y todavía no existía Trump, así que era otra época.

Aragón es un personaje que es profesor universitario y como tal le cuesta mucho adaptarse a las circunstancias de Estados Unidos con todas sus normas y todas sus prohibiciones.

En términos sociales, ¿los personajes retratan a los migrantes centroamericanos y mexicanos que quieren ser reconocidos como ciudadanos estadounidenses?

No, en ningún momento, porque ninguno de los dos logra incorporarse, no quieren ser gringos, ni parte de ese sistema de alguna forma. Más bien hay una contradicción profunda en ellos porque ellos no quieren volver del lugar del que proceden y no pueden integrarse al lugar al que llegan. No son el típico inmigrante de nuestros países que llega a redes sociales ya establecidas con familiares y que se incorporan como grandes familias, ellos son dos outsiders (forasteros), dos tipos raros que no pueden representar, en ese sentido, a un inmigrante típico.

En tus novelas tratas cuestiones políticas y culturales, pero desde la vida privada de los personajes, quienes son personas “cotidianas” y no necesariamente políticos o activistas, pero el interés político está en ese sentido.

Mis novelas, muchas de ellas, sino la mayoría, tienen un paisaje político en el fondo, aunque los personajes no sean ellos políticos, ni tengan una lucha política necesariamente. Nada más se trata de que nuestros países al no haber definido sus institucionalidades políticas con solidez viven en un estado permanente de inestabilidad política, de crisis, algunos países de Centroamérica atraviesan problemas de seguridad pública tremendos. Lo más normal es que cuando uno crea ficción uno se pone a desarrollar personajes y estos personajes sean producto de alguna forma o reflejen las inestabilidades políticas.

Leí una entrevista en donde aseguras que “la mejor industria de El Salvador es expulsar a su gente”. Sabemos que está la violencia como factor de migración, pero ¿cómo una sociedad puede expulsar a sus mismos integrantes?, ¿qué condiciones estructurales están detrás de tu afirmación?

Sí, está un fenómeno que se da en el Salvador, en Honduras, supongo que en algunas regiones de México que se dan grandes migraciones porque no pueden permanecer por la situación de violencia, por la situación económica. En el fondo, lo que hay es una forma de dominación política y económica imperante en todo el mundo que lleva a la concentración del capital en los que ya tienen y en una mayor pauperización de los que no tienen, una absoluta carencia de trabajo, de salud, de educación y si a eso le sumas la falta de seguridad pública, pues la gente lo único que quiere es irse.

Estaba viendo los periódicos de ayer (el jueves) y decían esta caravana de hondureños que pasa por Guatemala decían “no nos vamos, nos echan”, ese es su lema. Entonces, son países que han fracasado como Estado, porque no pueden dar lo fundamental que tiene que dar el Estado al ciudadano que es la seguridad para su sobrevivencia, para su desarrollo, la seguridad para el mantenimiento de su familia, entonces, estamos muy mal.

En términos, quizá filosóficos, también está la desvalorización de las personas como seres humanos, y un poco en referencia a tus personajes outsiders, si una persona no genera valor en el sistema económico, ¿a eso te referías sobre Aragón y Zeledón?

Zeledón sobrevive con lo que le va saliendo, si le sale chamba de taxista es taxista, si le sale chamba de vigilar cámaras de policía se va a eso, son sobrevivientes. A lo que te refieres es a un fenómeno más profundo que es el deterioro del tejido social en nuestros países, porque este deterioro y el familiar implican un deterioro en el individuo cuando no tiene opciones de mejoramiento y solo así te explicas los altos niveles de delincuencia que existe en nuestros países.

A propósito de la creación, en El Salvador hay episodios de violencia, así como en México, la pregunta es ¿cómo hablar de la violencia desde la narrativa, porque a veces se adjetiva y se dice que se “hace apología” o “se romantiza”?

En las novelas uno no habla de la violencia, uno habla de ciertos personajes que están inmersos en situaciones y muchas acciones pueden ser violentas y los personajes, a veces, tienen actitudes violentas. La violencia no es un tema, es un contexto.El problema de la violencia no es literario, persiste en el hombre, y hay sociedades en las que no ha podido ser controlada en su proceso de civilización y en esas sociedades el crimen es mucho más fácil, se convierte casi en regla o en ley de vida. Entonces, en mis novelas no me planteó la violencia per se, sino que si son personajes que vienen de una guerra civil, lo que traen en la memoria, lo que traen en su canasto de recuerdos son episodios violentos, si vienen de episodios de reclusión, evidentemente eso se va a reflejar en sus actitudes hacia la vida.

Sobre la memoria, quiero traer el tema de la intertextualidad en tus novelas, por ejemplo, Aragón y la continuidad de un tema…

Tengo siete novelas que tienen como eje a una familia salvadoreña, la familia Aragón y las novelas suceden en distintos momentos y con distintos personajes de esas familias, pero no son una saga, en cuanto a que trate primero a una generación, sino que han ido surgiendo de manera un tanto caprichosa y entonces han surgido de forma fácil que este personaje haya parecido hace 30 años y ahora regrese como protagonista cuando era un personaje de segundo orden.

Tú da clases en Iowa y distintos medios como The New York Times y New York Review of Books han reseñado tus libros de forma favorable, me llama la atención como escritores como tú o Valeria Luiselli están entrando en círculos intelectuales estadounidenses y poniendo sobre la mesa los temas migratorios con otro tipo de lector, ¿qué hay de este papel que tienes?

Los escritores latinoamericanos en Estados Unidos somos muy pocos, hay mucho escritor latino, que es un poco distinto, que es un escritor nacido en EEUU o que asume el inglés y la cultura norteamericana como propia; el escritor latinoamericano es aquel que, por x o y, ya formado y el castellano sigue siendo su herramienta de trabajo y su espacio de resistencia, esa es la primera salvedad.

La segunda situación es que, en verdad, el papel en defensa de la situación de los migrantes y todo, no es un asunto que te competa por ser escritor, es algo que tú asumes como ciudadano, desde las organizaciones que luchan por ellos, que luchan por los ilegales para que no sean maltratados, encarcelados ni separados de sus familias.

Hay una preocupación generalizada en el país sobre el tema, pero los foros donde se puede apoyar eso no son necesariamente literarios, a menos que en la novela se logre incorporar.

Sin embargo, a veces, se piensa que el escritor, el intelectual con una postura política debe ser militante, sin una cuestión del “deber ser” en la literatura, ¿dónde queda la figura del escritor en sociedad?

Eso depende de las tradiciones, en la norteamericana (literatura) el escritor no es intelectual en el sentido que de opiniones políticas y luego están las tradiciones latinas, de la que forma parte la latinoamericana donde hay mucho escritor que tiene participación política, no necesariamente con las mejores causas, a veces, pero es un tipo de intelectual que se daba mucho en Latinoamérica, no sé si en las nuevas generaciones, pero en mi generación era importante posicionarse ante el mundo con una idea política y opinar si se tiene una tribuna.

Donde se da la división es que un escritor puede participar con sus opiniones y eso no tiene que ver con que escriba buena literatura o no, la especificidad de la obra es distinta, ese matiz es muy importante, para no juzgar, a partir de las intenciones políticas, su obra ni viceversa.

 

Imagen: Eterna Cadencia