Poemas sufíes de amor y fe

La cantante Rashmi Agarwal se presentó en el Templo de la Valenciana, durante el Cervantino; su voz llenó el espacio de música espiritual

 

Guanajuato (N22/Huemanzin Rodríguez).- En el Templo de la Valencia se tenía previsto ofrecer un concierto con la agrupación Saffron, que vendría de la India, lamentablemente canceló “por causas de fuerza mayor” vinculadas a la salud de uno de los músicos. Se notificó al público hasta el instante mismo de la entrada al recinto cervantino. La cantante Rashmi Agarwal, quien se presentaría un día después, llenaría el vacío dejado por Saffron.

Ya en el interior del Templo, quienes estuvimos ahí fuimos testigos de un enlace espiritual más allá de fronteras o religiones, pues la cantante, acompañada por tres músicos y dos percusionistas, abraza su tradición del Indostán, como se le llama al subcontinente Indio que abarca a más países y regiones que solo la India. Agarwal, cantó poemas sufíes de amor y fe.

“Es una conexión que construyes cuando cantas sola, entonces el público puede conectarse contigo cuando cantas. Entonces puedes disfrutar más la interpretación de la misma manera que el público puede hacerlo, y sí, es una conexión espiritual.”

En uno de los temas, Agarwal invitó al público a que cantara con ella, enseñó a pronunciar “Maskelande”, palabra que debíamos repetir cada ciclo, pues a través del canto enervante, invitaba a acercarnos felices a Dios. Ésta es dijo, “una oración, es una celebración… se celebra, ¿cómo dirían ustedes maskelanda?… Como cuando se intoxica el cuerpo frente a la divinidad y danzas en un trance.”

Permitirse tocar por la filosofía sufí, que se remonta a los primeros años del Islam, acompañada por las sonoridades de la India permitía una comunión más allá de la religión. Agarwal dice: “Si amas lo humano, puedes amar a Dios”. El interior del Templo de la Valenciana fue una espiral que en círculos subía y bajaba para conectar polos interiores.

“Porque esta es una iglesia, y lo que yo hago es místico, música espiritual. Así que la conexión espiritual es mejor aquí que en cualquier otra parte. En los templos, las mezquitas, las iglesias, en esos lugares vibra la espiritualidad.”

Es cierto, hubo molestia entre algunas de las personas que compraron su boleto y nos les avisaron del cambio, pero el concierto fue más una experiencia espiritual que recordaba la búsqueda de Dios, cualquiera que sea su nombre o el color de su piel, es la búsqueda de lo mejor de nosotros mismos, por eso la guerra no es afuera, con el otro, ni con el diferente, la guerra es interna, entre la mente y el corazón para lograr la felicidad.

 

Imagen: Carlos Juica / © Festival Internacional Cervantino 2018