«Los caídos», una vida que se consume en la urgencia

La Cuba contemporánea que arrastra los restos de una promesa revolucionaria no cumplida es materia de la primera novela del cubano Carlos Manuel Álvarez

 

Ciudad de México (N22/Ana León).- “Un país mal escrito, tan reescrito, cribado de silencios”, escribe Martín Caparrós sobre Cuba en el prólogo a La Tribu, de Carlos Manuel Álvarez. Un país sobre el cual este cubano ha insistido escribir, en nombrar para visibilizar una realidad que como dijo en entrevista, “se consume en la urgencia”. Desde la crónica, la nota periodística y ahora la novela, el escritor insiste en quitar el velo de ingenuidad y romanticismo que algunos mantienen sobre la isla que muchos años atrás dejó los ideales de la Revolución. Los caídos, es la primera novela de Álvarez, como dije. Publicada, como el libro de crónicas La Tribu, por la editorial Sexto Piso, en esta novela el escritor, por medio de los cuatro integrantes de una familia desgrana el cotidiano del cubano hoy que sucede entre aquellos que “se prepararon para una guerra que nunca llegó, o que llegó de otra manera y se les metió adentro y desde adentro se los fue comiendo” y aquellos que buscan vías de escape al remanente de toda una época.

¿Cómo es el día a día, la vida cotidiana en Cuba?

El día a día estándar tiene que ver con una vida que se consume en la urgencia, una vida que está muy pendiente o muy atada a cómo resolver las cosas diarias y que muchas veces no puede ver un poco más allá de lo que va a pasar en las siguientes 24, 48 hora. Es una vida que siempre está un tanto en vilo.La gente siempre tiene que estar todo el tiempo desgastándose en, por ejemplo, tratar de poner a toda costa un plato de comida en la mesa esa noche. En ese sentido, es una vida que se reduce en mucha zonas de la realidad cubana y en muchas zonas de la población se reduce básicamente a la supervivencia.

¿Con qué idea de Cuba crece un cubano hoy?

Es probable que con la idea, no sé cuánto estoy generalizando, de que Cuba es un lugar del que habría que salir. Si bien, naturalmente, hay más cubanos dentro de Cuba que fuera de Cuba, probablemente la ecuación se emparejaría un poco si sacamos la cuenta de cuántos cubanos que están dentro de Cuba quisieran estar fuera de Cuba o los que han pensado también estar fuera de Cuba. Quizás esa pueda ser una idea un tanto cercana para mucha gente de cómo se crece pensando Cuba hoy.

¿Cuba se entiende mejor desde adentro o desde afuera?

Se entiende desde las dos partes y creo que son necesarias las dos partes para entenderla. A mí particularmente me molesta la gente que desde afuera, sin tener una experiencia de habitar desde adentro, cree que puede entenderla o que emite juicios de valor contundentes sólo porque creen tener una relación estrecha con Cuba y de algún modo disminuir la experiencia vital e intransferible de la gente que está dentro. Y, por otra parte, también me parece una reducción cierta gente que está dentro y que cree que no es necesaria una mirada o una distancia sobre ciertas cosas de Cuba o poner a Cuba en perspectiva, ponerla en un marco donde no seamos nosotros mismos sólo nuestra referencia sino Cuba en relación con el mundo, en relación con sus semejantes, y que crean que eso no es necesario. Como en cualquier sitio, mientras más poliédrico sea, mientras ese sitio se alimente con miradas que vengan de lugares distintos entre sí, más provechoso va a ser para el relato coral de un país.

¿Es obsoleta ya la figura del cubano revolucionario idealista?

Sí, es bastante obsoleta, pero todavía está presente. Es bastante obsoleta porque no tiene ningún tipo de incidencia directa sobre la realidad porque incluso los cubanos hoy que ocupan o detentan cargos en el poder político que aún se visten con la imagen del revolucionario obsoleto que enarbola una ideología que ha demostrado con creces su fracaso, en realidad en este caso se trata de tipos que no están regidos por esos principios como lo estuvieron regidos generaciones anteriores, sino que son tipos que en verdad son unos burócratas oportunistas. Como suele pasar con las generaciones que suceden a las generaciones que llevan adelante una revolución de este tipo, como la que se lleva en Cuba, una revolución que luego derive en una dictadura como la que deriva en Cuba, los que siguen son como pigmeos, figuras menores cuyas principales características son éstas, las características de burócratas, funcionarios, que si bien intentan vestirse con el ropaje de la generación anterior son otra cosa. No son ni siquiera revolucionarios o ideólogos de ese corte aunque lo parezcan.

En la novela mencionas autores como el Che Guevara, Lenin, Hegel, Marx, que son referente de aquella época, ¿con qué autores crecen los cubanos estos días?

Esos autores se mencionan justamente en la órbita del personaje que viene a representar en la novela la figura obsoleta. Esos autores, al menos a nivel nominal, siguen estando presentes en Cuba pero no sé cuánto se leen. No sé nunca cuánto se leyeron. Probablemente estaban más presentes en la vida en Cuba en pósters, carteles; probablemente están para nombres de instituciones, de escuelas… Yo estudié en una escuela que se llama Carlos Marx, por ejemplo. Ni siquiera en esos momentos creo que estos tipos hayan sido leídos como deberían ser, como autores de peso que son en cierto sentido, sino que están más bien utilizados de manera instrumental. Se leían a través de manuales, como un uso práctico muy definido, como una manera de legitimar un poder que en muchos sentidos no tiene estrictamente, o tiene poco que ver, con el marxismo, por ejemplo.

¿Qué elementos dan forma a la identidad en Cuba?

Aunque esta época histórica ha pasado [la Revolución] sigue marcando la vida de los cubanos. El poder político que ha derivado de esa Revolución sigue marcando y definiendo la vida de los cubanos. El éxodo, la emigración y el deseo de fuga también sigue marcando la vida de los cubanos y ese afán de supervivencia. Ese sentido un poco trágico de sentir que no hay manera de proyectar una vida mediana a largo plazo sino que uno tiene que agotarse totalmente es casi siempre en el momento inmediato y no hay planes para mucho más.

En una crónica sobre Lebron James mencionas que “Miami es como una patria en la que no has vivido”, por un lado, por el otro Cuba es tu lugar de origen y actualmente radicas en México, ¿cómo articulas tu proyecto narrativo desde estas diferentes geografías?

Se van alimentando de un modo insospechado que de principio no sabría definir del todo. Siento que este constante tránsito entre estos lugares y entre otros también que no mencionas ahora, van dotándome de una experiencia que luego influye o determina directamente en el ejercicio de la escritura y en la conformación de un determinado estilo, de determinadas normas y siento que sobre todo porque hay un cambio o una transformación de la mirada. No estoy haciendo juicios de valor sobre qué mirada es mejor o peor, creo que desde casi cualquier parte se puede construir algo que narrativamente sea poderoso, pero no es lo mismo enfrentarse a la escritura con una mirada fija que sólo se hace desde un lugar que con una mirada que constantemente está cambiando, que está alimentándose de distintos escenarios y de realidades que son diferentes entre sí. Hay naturalmente líneas de conexión y también líneas de ruptura entre lo que significa para mí Miami, La Habana, Cuba, y entre lo que significa vivir en la Ciudad de México como vivo desde hace ya un tiempo.

En diferentes crónicas abordas el deporte, en las de La tribu, por ejemplo, ¿por qué el deporte es una especie de salvavidas para los cubanos en lo cotidiano y también como un medio de salida de la isla?

Justamente bajo el castrismo fue una política de Estado potenciar la práctica del deporte y Cuba se volvió una potencia en ese sentido, eso generó una suerte de tradición en la que el cubano es muy aficionado al deporte como norma y no sólo a un deporte. Lo que pasaba con Cuba a diferencia de otros países que por ejemplo pueden seguir enfermizamente un deporte o dos, es que hay una afición al deporte que es bastante más amplia gustan muchos más deportes, no sólo nos gusta el futbol, puede gustar el béisbol, el atletismo, deportes menores que no son tan vistos como el voleibol, el judo, deportes de combate, en fin.

Yo crecí dentro de esa afición, para mí el deporte es fundamental desde que soy un muchacho soy un gran aficionado y me parece que ahí también hay -eso no lo descubro yo ni mucho menos- una gran tradición desde la literatura y el periodismo de acercamiento al deporte como tema que es inmensamente rico y me interesa, naturalmente, explorar esa zona que es una zona importante de la realidad no sólo en Cuba sino en cualquier parte. En un país como éste, el futbol… cuántas cosas no se pueden contar desde ahí.

En el caso de estas crónicas, intentan apropiarse un poco de eso, una es de béisbol, la otra es de baloncesto, pero intentan siempre contar algo más que no se ciña sólo al deporte en sí, sino en deporte en relación con un estado de cosas o con otra serie de acontecimientos, de lugares y de escenarios que no se remitan sólo a lo estrictamente competitivo.

¿Cómo crees que se entiende, desde México, Cuba?

Hay una relación estrechisima entre los dos países. Hay una relación gubernamental estrecha, por ejemplo, el PRI y el castrismo han ido hermanados casi siempre en los últimas sesenta años. Por otro parte, desde la visión de la gente, y como en casi en toda Latinoamérica, sentimientos encontrados. Ustedes tienen todavía una especie de romance con lo que fue la Revolución cubana y con lo que para ellos sigue siendo y hay quienes experimentan un rechazo marcado por lo que terminó siendo, que fue un parteaguas en la historia del continente y que marca a muchas generaciones.

Hay quienes tienen una visión bastante idealizada de Cuba, hay quienes tienen una visión más cercana de la realidad pero casi todo el mundo tiene una relación más o menos cercana, a veces desde lo político, desde lo histórico, pero también una relación cultural la música cubana está bastante presente en esta ciudad y en otras zonas del país se conoce con más o menos amplitud como pasa al revés, cuando estás en Cuba, México es un país también con una impronta importante en mucha gente. Son países que han tenido, incluso antes de la Revolución, una relación bastante fraterna culturalmente, al menos.

Hablas de que hay gente que tiene una visión más cercana…

Creo que hay gente que a estas alturas no practica ningún tipo de fe respecto lo que se supone que es Cuba hoy y entienden que no hay que hacerse ningún tipo de ilusiones con la realidad que vive ese país. Gente que no han tenido que ir necesariamente sino a través de lecturas, los hechos son bastante contundentes para demostrar lo que Cuba es hoy.

 

Imagen:  © Lulú Urdapilleta