La preservación de la lengua, la memoria y la identidad

El poeta Hubert Matiùwáa recupera la memoria oral y la identidad de su región, la zona de la Montaña de Guerrero, para salvarlas de la exotización cultural

 

Querétaro (N22/Perla Velázquez).- La importancia de que las lenguas originarias estén en el Hay Festival Querétaro, es para reconocernos todos como distintos, no como una cultura hegemónica o como un cuerpo que olvida sus partes, asegura el poeta Hubert Matiùwáa, quien por primera vez estuvo en este encuentro literario.

“México es un cuerpo que tiene sus pies, sus manos, sus ojos, todos los pueblos originarios que lo conforman porque son los pueblos que le dan identidad. Entonces es muy necesario que en un festival esté presente la palabra de los pueblos nacionales de México, porque si olvidáramos eso y nada más nos utilizaran para el folclor o para el turismo, no tiene caso. A mí me parece que son parte fundamental de un cuerpo y hay que respetar, porque sin ese cuerpo no podríamos caminar y tener una vida saludable”.

Hubert Matiùwáa es originario de la Zona de la Montaña en Guerrero. Allí habitan cerca de 120 mil personas que hablan me’phaa. Es esta lengua la que da nombre al libro Xtámbaa. Piel de tierra (Pluralia, 2017), palabra que se usa para el rito que se le hace a un bebé para ayudarlo a vivir. Hubert la utilizó para que cada uno de nosotros tomemos consciencia del idioma que hablamos y lo cuidemos.

“Escribí el libro después de que fui a un viaje a Nicaragua. En una reunión estaba platicando con toda la gente de ahí, descendientes de los me´phaa de Guerrero y ellos me pidieron que hablara palabras en mi idioma, vi sus rostros y vi que tenían tristeza, una añoranza muy fuerte porque esa era la lengua que hablaron sus abuelos y ellos en la década de 1960 habían perdido la lengua”.

Sin embargo, eso provocó una sensación de tristeza y una visión hacia el futuro, porque “cuando regresé a la Ciudad de México lo que hice fue juntar cosas que he estado escribiendo durante un largo tiempo y decidí que eso se iba a llamar Xtámbaa”. Libro de poesía que retrata los problemas que Hubert ha visto y ha vivido. Allí hay unos versos dedicados a Mauricio, uno de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa.

“Me pareció muy necesario escribir ese poema, porque durante mucho no expresábamos nuestro dolor en el idioma, incluso a veces no nos enamorábamos en nuestro propio idioma. Me parece muy fundamental nombrar ese dolor en la lengua en que nosotros concebimos el mundo, porque solamente así se está cargado de simbolismos, de historias que pueden mantenerla viva y que esa desaparición no quede en el anonimato, que trascienda para la memoria y que esté ahí presente para que se exija justicia”.

Matiùwáa también es una nombre que decidiste ponerte, ¿cómo fue que lo elegiste?

La mayoría de los que escribimos en lenguas originarias creo que llegamos a una transición de cambio de nombre, porque también es un cambio de nombrar, de identidad, de renombrarnos como nosotros mismos nos conocemos.

Nosotros recuperamos historias, pero esas historias obedecen al pensamiento de un pueblo. En mi caso, mi pueblo que ha regido toda su vida política, sus historia a su origen a partir de una calabaza que fundó el pueblo. A partir de eso, nosotros somos considerados “la gente de la calabaza”, de ahí surgió mi nombre. Es necesario pensarlo desde la cultura.

Hubert Matiùwáa sabe que su pueblo tiene poetas porque la poesía es historia y allí hay memoria oral. “La transición a la escritura es muy reciente pero esa escritura lo nutre, la situación que se vive en la región. Entonces, cuando vas a querer hablar algo vas a querer decir de lo que te está afectando y la violencia nos ha afectado, ha cambiado nuestra vida en la montaña”.