Emmanuelle Steels, periodismo de investigación

La periodista belga publicó, en 2015, El teatro del engaño, una investigación sobre el caso Florence Cassez; ella apunta a que es el periodismo el que puede llegar a la verdad de éste

Emmanuelle Steels / © Mai-Elissalt

Ciudad de México (N22/Alizbeth Mercado). – El caso de Florence Cassez e Israel Vallarta ha estado en la conversación pública desde el momento en que lo conocimos, en 2005. Este año, ha tomado relevancia por Una novela criminal (Alfaguara, 2017) de Jorge Volpi, ganadora del Premio Alfaguara pasado. Este caso ha desvelado las inconsistencias en la investigación por parte de las autoridades y, también, la combinación de la versión mediática y oficial, como no había pasado en México de forma tan clara.

A la obra de Volpi le antecede un libro que reveló los vacíos de información en el caso, El teatro del engaño (Random House, 2015) de la periodista belga Emmanuelle Steels, quien llegó a éste por curiosidad periodística, no por un interés particular. En 2009 comenzó a revisar las fojas del expediente (entonces 20, ahora alrededor de 31) y encontró que todo era una “maraña de versiones encontradas”. Gracias al abogado de Florence tuvieron acceso al expediente, ella y dos compañeras periodistas.

“Empezamos a tratar de deshilar todo lo que había en ese expediente que era una versión muy distinta de lo que era la versión oficial del caso porque se sabe  que existe un montaje mediático en ese caso, hasta las propias autoridades y el secretario de Seguridad Pública en ese entonces, Genaro García Luna, admitió que se trataba de una grabación que no era en el momento de la detención de Florence Cassez e Israel Vallarta y lo que no se alcanza a saber según la versión oficial es que también se trata de todo un expediente fabricado y eso aparece claramente cuando uno empieza a estudiar todos los tomos, contrastando con la versión de los principales protagonistas del caso, empiezan a aparecer todas las incoherencias, las inconsistencias y, digamos, empiezan a aparecer claramente las pruebas de que se trata de un montaje, mediático sino también judicial, ha habido pruebas fabricadas, testimonios fabricados y que al final de esta lectura del expediente se puede concluir que no existen pruebas realmente de estos secuestros o de que estas personas sean secuestradoras”.

En este sentido, ¿qué versión fue primero, la mediática, la oficial o la judicial?

Lo que pasó en este caso fue una superposición y hasta cierto punto, una contradicción entre varios intereses, el caso de Florence Cassez e Israel Vallarte se origina en una venganza personal de un empresario que está enojado con el hermano de Florence Cassez. Él pide como un favor a la policía, a la Agencia Federal de Investigación (de ese entonces) su detención, a partir de ahí monta un show mediático donde, de alguna forma, el público se ve involucrado porque presencia en televisión, en vivo, la detención de unos secuestradores y la liberación de tres personas secuestradas en su casa, y ahí digamos es un golpe muy fuerte en contra de las bandas de secuestradores, un tema muy sensible en la sociedad mexicana, y ahí la opinión pública adquiere la convicción absoluta de que son culpables o no. Además del montaje mediático, se fabricó un expediente y empezaron a detener a más personas, a la familia de Israel Vallarta para conformar esta supuesta banda de secuestradores de Los Zodiaco que yo defiendo en mi libro que no existen.

En cuanto a la construcción de la verdad, ¿cuál fue el papel de la prensa para poder buscar una versión de los hechos que explicara las cosas?

El caso siempre se mantiene en la imagen y de Florence Cassez, hay una especie de tabú o resistencia de ir más allá y estudiar el caso de los mexicanos, siempre se plantea, “la francesa es culpable o inocente”, no sabemos, pero nunca se habla de él, nunca se habla de los mexicanos del caso, y ellos forzosamente son secuestradores, son culpables. Pero ese caso fue objeto de un montaje y más allá de preguntarnos qué fue lo que pasó, más bien deberíamos preguntarnos por qué hubo un montaje. Decirles a las autoridades por qué hicieron ese montaje, qué tienen que esconder.

Hay una serie de preguntas donde no se buscó más allá y mientras tanto, el caso de Florence Cassez siguió su curso judicial, llegó hasta la suprema corte y ahí hay una sentencia.

Todo el mundo se quedó en esa idea de “nunca vamos a conocer la verdad”, si realmente fue una secuestradora o no, no podemos saberlo, hay como una especie de confesión de impotencia por parte de la prensa mexicana, de los expertos también y eso no es cierto. No podemos decir que no podemos saber. Para mí es una especie de declaración de pereza porque sí podemos saber, si podemos abrir el expediente.

Sí se puede conocer la verdad, aunque en mi investigación no lo ha llevado hasta el final. Con esfuerzo de la prensa, sí se podría llegar al fondo del asunto y cuestionar a las autoridades de montajes, tortura, fabricación de pruebas, de culpables, o sea, sí se puede hacer.

Volpi abona en la discusión presentando los entuertos del entramado judicial y siempre reitera que no es novela. Lo traigo al caso, porque quizás, antes de la “verdad” estuvo la ficción, y después se empezó a buscar por qué había tantos vacíos de información. ¿Cómo lees el papel de la ficción en este caso?

El propio Volpi dice “la ficción no la aporté yo, la aportó la policía”. Yo siempre bromeó con eso y con lo que me dijo una abogada cuando salió mi libro: “no te olvides que los derechos de autor de tu libro los tiene la PGR” y es cierto. Ni yo, ni Jorge Volpi inventamos nada en esa historia, apenas la reconstruimos porque toda esta historia suena más increíble que cualquier ficción, pero es la realidad. Es lo que pasó realmente. Hay una policía que en ese caso se comporta como “la delincuencia organizada con placa”, eso lo dijo Israel Vallarta; y fue el actuar de las autoridades de seguridad pública en este país, en ese entonces, de detener inocentes, de fabricar pruebas y de organizar a su conveniencia las bandas de secuestradores, es decir, ok en esa banda están tal y tal y probablemente mezclando secuestradores reales, acomodando a las bandas a su conveniencia.

Sé que a todos nos gustó más la versión que salió en televisión: la policía es buena, es honesta, detuvo a los secuestradores, liberó a las víctimas, pero realmente es imposible.

Siempre tenemos el deseo de la objetividad o, al menos, perseguirla, y en el libro dices que no eres objetiva, ¿cómo lidiar con esta cuestión?

Soy equilibrada, no objetiva, Empecé esta investigación como todos, con prejuicios. Al principio tenía el prejuicio de la mayoría que, muy posiblemente, se trataba de secuestradores y que habían secuestrado a estas personas en su casa y eso no me impidió investigar el caso. Rápidamente empecé a forjarme una opinión que no era fantasiosa pero sí condicionada por lo que estaba viendo en el expediente; es más, las pruebas y los hechos que veía me orillaban a tener esa opinión de que son inocentes, pero realmente aquí no importa mi opinión, yo soy periodista, no soy quien para decir quien es inocente o quien es culpable, eso lo decide un juez, no una periodista.