«Piérdete entre los muertos»

El primer largometraje del cineasta mexicano Rubén Gutiérrez, tras su paso por el FIC Monterrey se integra a la programación del Black Canvas; otra mirada a un país violento 

Monterrey (N22/Huemanzin Rodríguez).- Enterrado hasta el cuello en el desierto permanece un hombre mayor. Su situación simboliza el límite en la vida, la vida de la carne que se pudre, también la del alma que se desgarra como la del corazón que se ha recuperado después de estallar varias veces en la juventud. El desierto es el que está cercano a la capital del estado de Nuevo León, el mismo que lleva hacia la verde sierra, el mismo donde el crimen organizado tira los cuerpos de sus enemigos o del excedente de mano. Ahí está el actor Horacio Salinas, enterrado hasta el cuello al despuntar el día, bajo el sol a plomo del mediodía, en el atardecer, en la oscura noche iluminada con antorchas. La cabeza en paz espera el fin, anunciado, temido, esperado, inevitable. La película dura poco más de una hora pero la mayor parte del tiempo el viejo permanece enterrado, en una posición al extremo opuesto a una pareja de jóvenes amantes que buscan un umbral que les permita conocer las respuestas de las preguntas que aún no saben formular.

Según IMDd, Horacio Salinas participó en once películas entre 1967 y 1981, tal vez la que más ha trascendido es La montaña sagrada, de Alejandro Jodorowsky (1973). En 1984 protagonizó un cortometraje, pero desde ese año no había participado en ninguna cinta hasta que las circunstancias permitieron que volviera a actuar en 2016 en el filme estrenada este año bajo el título Piérdete entre los muertos, de Rubén Gutiérrez (2018), seleccionada en Rotterdam, FICUNAM, el XIV Festival Internacional de Cine de Monterrey y la segunda edición del Black Canvas, donde se proyectará este fin de semana.

Llegar a la película no fue nada fortuito. Me la recomendaron dos amigas vinculadas al arte contemporáneo cuyo juicio sigo y respeto. Además de que su director se desarrolla en el ámbito de las artes visuales y su trabajo tiene presencia importante en México y otros países. Para mí, elementos suficientes para ver el primer largometraje de Rubén Gutiérrez. Dos días después de conocerlo en una fiesta, voy al cine para ver su película. Es cierto, no es convencional, pero tiene momentos con imágenes muy poderosas. Tras la función conversamos, primero formales, después en un centro nocturno llamado Topaz.

¿Cómo optaste por hacer un largometraje?

Todo empezó en una residencia artística donde decidí dejar de hacer piezas para museo y hacer una pieza para cine. Ahí fue cuando decidí hacer mi primer cortometraje, que es el único trabajo anterior a esta obra hecha con la idea de cine. En parte de la historia de este cortometraje se habla una pareja que deambula en busca de un umbral en donde encontrarán la verdad absoluta. Esta idea la retomo como una de las partes de Piérdete entre los muertos. Realmente es una película en donde sublimé a mis muertos y purgué mi idea del amor.

El desierto, la cabeza, el título me colocan en un estado nacional de horror, para nada ajeno.

Hay una posición política, una posición social en ese título. Muchas de las escenas las escribí hace varios años cuando la ciudad de Monterrey era otra, era muy similar como a un pueblo del lejano Oeste, donde aparecía gente colgada en los puentes, donde se oían ráfagas en la madrugada. Para mí la imagen de un viejo enterrado hasta el cuello, en una situación aparentemente inescapable, es el símbolo perfecto de ese país del cual quería yo hablar. Siempre me he interesado en hacer comentarios sobre la realidad pero también trascenderla.

[Mientras ocurre la conversación en el centro nocturno, comandos del crimen organizado atacan otros centros nocturnos. No es novedad en Monterrey pero hace unos años que eso no pasaba. Ese tipo de ataques canceló hace años la vida nocturna en el barrio antiguo de la Candelaria, desde entonces no se recupera. Ahora la novedad es que el ataque no fue a lugares periféricos asociados con malos parroquianos o a los cinturones de miseria, el ataque de pocos muertos fue a antros no de arrabal.]

¿Cómo fue ese primer cortometraje que se llama igual que tu película?

Flor Edwarda Gurrola y yo somos muy amigos, y una vez le dije que si yo llegara a hacer cine tenía que ser con ella, después surgió la oportunidad y el viejo no imaginaba a nadie mejor que a Gabriel Retes. Lo escribí, lo hicimos y lo puedes ver en mi canal de Vimeo. Después surgió la posibilidad de hacer un largometraje pero Flor Edwarda ya no pudo, se mudó a Europa, y más adelante la agenda de Retes no lo permitió. Entonces me recomendaron a Horacio Salinas, justo en el Sanborns de esta plaza Comercial en Garza Sada nos encontramos, tomamos un café y le mostré el guión. Lo leyó y de inmediato me dijo que lo haría. Él tenía más de treinta años de no filmar nada y se entusiasmó mucho. Semanas después iba con mi productor a mi casa y afuera me encontré a Horacio que nos esperaba, entró a casa, apoyó su cabeza en la mesa y empezó a decirnos todo el guión de memoria. Nosotros aún no nos habíamos decidido por él pero después de eso no lo dudamos.

Uno de los productores de Piérdete entre los muertos me cuenta que Horacio se “desconectó” mientras filmaban, que nunca se quejó de nada pese estar enterrado hasta el cuello, que la escena cuando el alacrán se le acerca fue improvisada. Que una madrugada antes de empezar el rodaje prendió la luz de la cocina y lo encontró dormido sobre la mesa en posición de flor de loto. Horacio Salinas, desafortunadamente murió meses después de que terminó el rodaje.

Aunque este es su primer largometraje, Rubén Gutiérrez ha trabajado la animación para algunas de sus exposiciones donde ha participado como artista o curador (Argentina, Bolivia, Ciudad de México, Cuba, Denver, Ecuador, Lima, Miami, Nueva Delhi NY, Praga y Suiza,). También fue uno de los productores ejecutivos del largometraje Me quedo contigo, de Artemio Narro (2014). protagonizada por Diego Luna, Ximena Rubio y Flor Edwarda Gurrola.

En los créditos al final de tu largometraje hay varios agradecimientos a personas vinculadas al mundo del arte, como Paola Santoscoy, José Luis Barrios, Bárbara Perea, Ariadna Ramonetti, entre otros.

Son amigos que me ayudaron a financiar la película, por medio de una campaña de Fondeadora. Otros, como José Luis, porque fue mi tutor en un doctorado que estoy terminando. Y muchos amigos artistas que me donaron piezas para que con su venta inyectara fondos a la producción. Es una película que se hizo con muy poco dinero y muchos favores de los amigos.

¿El umbral existe?

Ojalá. De pronto quiero creer que es una excusa para que la historia avance, en una especie de mystery box, pero esa es la parte utópica de la película, ¿cómo volver a ser lo que una vez fuimos? O ¿cómo llegar a ese momento en el que empezaron a cambiar las cosas para poder evitarlo?

¿Hay una mitología en tu cinta?

El personaje es un ser humanos que ya vivió todas las etapas de su vida y que ahora enfrenta el final. Ese momento crítico y sublime me permitió generar estas reflexiones que podrían coquetear con el mito. Pero en realidad quería hacer una historia honesta, más que pensar en filosofía y mitología, quería una historia que a mí me funcionara para trascender, para desahogarme y para sobrevivir.

La película ya estuvo en la selección oficial del Festival Internacional de Cine de Rotterdam, a principios de año pasó por FICUNAM, ahora en Monterrey. ¿Qué sigue?

Ahora estará en Black Canvas, en una sección que me emociona mucho porque ha sido programada junto a películas tan importantes y que me gustan mucho como Takeshi Kitano, eso me hace mucha ilusión, que esté en una sección muy bonita con grandes directores. Después va al festival de cine de Oaxaca y de ahí a Praga, los que ya tengo confirmados.

¿Seguirás con obras pensadas para el cine?

Ahora estoy terminando un par de guiones, uno de ellos quiero filmarlo el año próximo. Y el tema me entusiasma, de nuevo hay una pareja de amantes jóvenes que en la noche tienen que llegar a un lugar. Definitivamente no voy a hacer una sola película. Si me quedan veinte o treinta años de vida, creo que hacer unas siete películas más sería ideal.