¿Cómo piensa un matemático?

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Para el profesor de la Universidad de la Rioja, Eduardo Sáenz, autor de Inteligencia matemática, la matemática se traduce en un pensamiento lógico que hay que humanizar y sensibilizar

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Imagen: © Enrique Abbate

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Ciudad de México, (N22/Perla Velázquez).- Eduardo Sáenz de Cabezón es parte de “Big Van” y aquí es cuando el matemático detiene la plática para aclarar que no pertenece al elenco de la famosa serie, sino a un grupo de científicos que desde 2013 viajan por el mundo explicando la ciencia de una “forma asequible y divertida”. A Sáenz le toca llevar el conocimiento matemático, pues una de sus pasiones consiste en enseñar e investigar “sin enfadarse casi nunca con nadie”.

En el libro Inteligencia matemática (Plataforma, 2016), el actual maestro de la Universidad de La Rioja escribe que esta disciplina “es para listos”, pero si él tuviera que resumir su profesión dice que “las matemáticas son la búsqueda de patrones, de generalidades y de la estructura interna de las cosas”, es decir, esta ciencia, que ha causado dolores de cabeza a muchos, para él es traducible en un pensamiento lógico.

“Los patrones numéricos son unos, por eso el arma más poderosa para ello es el pensamiento abstracto. Así que los matemáticos somos gente capaz de movernos por encima de cualquier problema o proceso, porque realmente las matemáticas pueden aplicarse a casi cualquier problema que queramos cuantificar o analizar, para poder comprender qué es lo que está pasando a un nivel más profundo que la mera búsqueda del detalle”.

Eduardo Sáenz de Cabezón se dedica al álgebra computacional, en su biografía se lee: “cosa que le encanta y en la que pone todo su empeño”. Además de esto ha invertido tiempo como divulgador científico, “pasa el día dando charlas y talleres sobre matemáticas (cuando no está con su querida álgebra esa)”. Sus pláticas han llegado a más de un millón y medio de reproducciones y además tiene un canal en YouTube, en donde habla de su materia.

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Sobre sus queridas matemáticas, la manera en que descubrió el amor hacia ellas, el juego que le representa investigar y difundir esta ciencia, pláticamos con el español.

¿Cómo recuerdas el primer acercamiento que tuviste con las matemáticas?

No soy una persona al que de niño le gustaran las matemáticas. Me gustaba estudiar cualquier materia, desde la literatura, el deporte, pero es cierto que tuve buenos profesores en esa materia, en el sentido de que nos quitaban mucha presión en los exámenes y por eso podía disfrutarlas. Cuando terminé la secundaria me gustaban los ordenadores, programar y quería algo de informática, en ese momento no había una carrera de informática, pero sí una especialización en el último año de matemáticas. Allí viví el pensamiento abstracto, el poder que se obtiene y dije: “¡Ah, esto es lo mío!”. Comencé a verlas como un juego, como enigmas y me enamoré de la ciencia. Ahora siento que juego con las matemáticas.

Tanto en las conferencias, así como en el libro Inteligencia matemática, antes de explicar un tema, sueles contar la historia que hay detrás del científico o cómo fue que llegó a esa teoría. ¿Se trata de humanizar a la ciencia para que nos acerquemos a ella?

Es humanizar y sensibilizar. Celebro a las matemáticas, es algo que me parece que forma parte del patrimonio de la humanidad, que es uno de los frutos colectivos más importantes que hemos tenido al nivel de la narrativa o de la música. También se trata de naturalizarlas y perderles el miedo, ver a las matemáticas en su contexto.

Esta ciencia tiene mucho que ver en nuestra vida, en muchos niveles y no necesariamente para hablar de operaciones. Uno puede pensar: “¿qué tiene que ver con mi vida saber hacer una raíz cuadrada?”. Muy probablemente nada, pero las matemáticas no se reducen a sólo raíces cuadradas. Yo trato de abrir una puerta al disfrute de ellas y cualquiera pueda abrir la misma puerta. En esta vida es muy importante abrirse opciones para vivir de una manera más plena, más intensa y con más oportunidades. Entonces, es en donde digo: “las matemáticas también se pueden disfrutar, abramos esta puerta, quien quiera pasar que pase y quien no, no.”

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La primera parte del libro tiene que ver con conocer el pensamiento matemático, ¿cómo traduces la manera de pensar de los matemáticos?

Los matemáticos estamos acostumbrados en nuestro trabajo a huir de la ambigüedad en la expresión, entonces cuanto más podamos acotar las definiciones como lo que nosotros escribimos, tanto mejor haremos avanzar las matemáticas. Eso a veces lo llevamos a nuestra forma de ser, porque todo tu trabajo te influye.

El libro maneja un lenguaje, en momentos, muy sencillo y en otros capítulos exige que el lector ejercite su cerebro con diversos ejercicios matemáticos.

A mí me gusta mucho hablar con naturalidad y que esa naturalidad me haga leer un libro de matemáticas como si estuviera teniendo una conversación con una persona, con un amigo. Por eso, el estilo es ese, muy coloquial y que reconozco mi voz hablando.

Quería que quien lea el libro pueda conocer cómo se utiliza el pensamiento matemático y qué es, me parece que es una oportunidad para poner en práctica el tipo de pensamiento matemático. Los ejercicios son ayuda, son juegos y oportunidades, pero no son exámenes, por eso hay pistas para ayudarte a resolver los enigmas y también quien quiera mirar la solución lo puede hacer libremente.

También plantea desempolvar el matemático que llevamos dentro, que no nos dejemos llevar por si alguna vez nos dijeron que somos malos en la materia. ¿Crees que este ha sido un obstáculo para la ciencia?

Las matemáticas son un mundo muy amplio y variado. Creo que mucha gente puede encontrar muchas cosas muy entretenidas en ellas. A mí me sorprende que el canal de YouTube en el que subo mis videos tenga cientos de seguidores, ¿qué pasa? Probablemente, es que hay mucha gente que encuentra cosas que le gustan dentro de las matemáticas y no son precisamente aquellas que enseñan en la escuela. Las matemáticas ofrecen un sitio más amplio en donde hay cabida para muchas personas, es decir, no necesitamos tener cierto perfil para disfrutar de ellas.

Tenemos esa experiencia de la escuela, en donde nos han hecho sentir que son difíciles, además nos han metido un complejo de inferioridad de “yo no valgo para eso; soy torpe.” Entonces, hay un trauma colectivo con las matemáticas. Creo que debemos de naturalizar la presencia de la ciencia y la relación de las personas con ella, eso nos dará más paz, nos dejará más tranquila la cabeza.

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En ese sentido, ¿cómo transmitir el conocimiento científico a través de la tecnología, como puede ser el canal de YouTube “Derivando”?

El canal surgió por una productora que tenía la división en YouTube y querían tener contenido científico. Me hablaron para formar parte del equipo y les propuse celebrar las matemáticas, más que enseñar y les gustó mucho. La divulgación creo que se trata de aprender de los medios y saber adecuarse.

Siempre digo que a la hora de divulgar en lo alto de la jerarquía debe de estar el contenido, pero en el centro del foco debe estar el público. Entonces, debemos conocer el público saber quién es y adaptar el contenido para que el público pueda sentirse a gusto con él. Si el foco sigo siendo yo y empiezo a demostrar cuánto sé, no va a haber comunicación. Es poner el contenido en lo alto de la jerarquía y al público en el centro. Lo importante no es explicar, sino que alguien te entienda y pueda beneficiarse de la labor que estás haciendo tratas de acomodar todo, desde el lenguaje hasta el tema.

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Con “Big Van Ciencia” el grupo de científicos han establecido el humor como uno de los principales pilares para la divulgación, ¿qué oportunidades han encontrado para que la gente se sienta identificada?

El humor es una herramienta muy buena para democratizar el conocimiento, porque tiene un par de características que son muy útiles para la transmisión de la ciencia. Una es que establece conexiones inesperadas y la ciencia hace eso también; la otra es que te hace sentirte parte de un grupo, eso funciona también en la ciencia, cuando comprendes el chiste o el problema, te hace sentir que formas parte del grupo que entiende. El humor es un instrumento privilegiado.

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