“No creo que el documental debe tener un compromiso con la verdad”: João Moreira Salles

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El documentalista brasileño estrena en México El intenso ahora, una cinta que ocupa los hechos políticos del Mayo francés, la Primavera de Praga y la Revolución Cultural China para pensar en la construcción y la pérdida de la felicidad

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Ciudad de México (N22/Ana León).- “La idea es mirar una imagen. Intentar desconfiar de la imagen, no en el sentido de decir que la imagen miente o que está diciendo algo que no sea verdad, no es eso. La imagen está diciendo más de lo que las personas que las hicieron suponen. Hay capas subterráneas de la imagen que contienen sentidos, significados, muchas veces más ricos que los sentidos de la superficie de la imagen. Todo el ejercicio de El intenso ahora es intentar descubrir esas capas que están pero no de forma evidente. Se toma tiempo (el filme) para ver una vez más. Saber cómo esos elementos subterráneos pueden aflorar y tornarse evidentes”, explica João Moreira Salles que apela al ojo del espectador para ver en El intenso ahora algo más allá que los acontecimientos de mayo del 68. El documental que distribuye Interior XIII y que este fin de semana se estrenó en México, narra un sentimiento muy personal: ¿cómo volver a vivir tras un momento de intensidad amorosa, política o estética, sin caer en la melancolía?

“No existe una sóla imagen que no implique, simultáneamente, miradas, gestos y pensamientos. Dependiendo de la situación las miradas pueden ser ciegas o penetrantes”, escribió el filósofo francés e historiador del arte George Didi-Huberman. La mirada del documentalista es así, penetra las capas más profundas de la imagen y de sus significados. En El intenso ahora lo  que vemos son imágenes del Mayo francés, de la Revolución Cultural China y de la Primavera de Praga, sin embargo, éste no es un documental histórico porque si se mira bien, si se piensa más allá de lo que se ve y se deja guiar por la voz off de Moreira Salles que construye una narración subjetiva y en primera persona, descubrimos que el tema central no son los hechos sino las personas, el tiempo y la deriva.

Yo no quería hablar del 68, quería hablar de mi madre, de ese problema de la pérdida de la intensidad”, precisa el brasileño en entrevista. Moreira Salles, con recursos mínimos (videos caseros y voz off) busca comprender “cómo se tiene la capacidad de ser feliz y se pierde esa capacidad que es algo que pasó con mi madre y que para mí también es un problema. Eso es algo que impone una voz ensayística, que piensa un poco sin querer encontrar las respuestas. Simplemente pensar es suficiente. La idea es tomar a las imágenes y pensar sobre ellas, por qué son como son.”

El documental inicia con una anécdota personal, el hallazgo, por parte del cineasta, de unas cintas caseras en las que su madre, sin ser consciente de ello, filma varias de las claves del adiestramiento cultural que se llevó a cabo durante la llamada Revolución Cultural China. Luego transita al Mayo francés, los rostros, los gestos, las imágenes de sus líderes, ambas cintas presentan escenas en espacios públicos que, al tiempo, se mezclan con escenas de la Primavera de Praga, la llegada de los tanques, la toma del poder; sin embargo, aquí hay que mirar con más atención pues sólo hasta avanzado el documental uno se da cuenta que éstas imágenes transitaron del espacio público al privado. “A mí me interesa comprender por qué las imágenes de Praga no son imágenes públicas, las imágenes, al contrario de lo que se ve en Francia que todas las imágenes son hechas en la calle filmando públicamente un evento que es público, eso no pasa en Praga, porque en Praga hay una invasión y hay una destrucción del espacio público. Cuando se destruye el espacio público la única  cosa que resta es el espacio privado y por tanto la cámara está dentro del apartamento, detrás de una cortina, detrás de una ventana porque no puede más estar en la calle porque la calle no es más un espacio donde se puede estar. Lo público fue destruído.”

En este ejercicio narrativo, lo que se nos pide es que frente a cada imagen nos preguntemos cómo nos mira, cómo nos piensa y cómo nos toca a la vez, parafraseando a George Didi-Huberman en el prólogo a Desconfiar de las imágenes, del también cineasta Harun Farocki, y es bueno traerlo a colación porque ambos cineastas buscan “tornar al espectador menos ingenuo ante las imágenes, Que desconfíe en un sentido crítico para no tomar a la imagen solamente por lo que está en la superficie.” En ese sentido, los temas que aborda El intenso ahora “no necesariamente se pueden probar con evidencias, son pensamientos un poco subjetivos que pasan, necesariamente, por una voz narrativa en primera persona, que no tiene un compromiso en ser pedagógica, en enseñar, en hacer una película histórica porque no es una película histórica, no es una película sobre el 68, strictu sensu, pero usa las imágenes del 68 para pensar sobre esos problemas: la felicidad, el desgajamiento político, la pasión política, la pasión estética.»

Más allá de contar la verdad, de tener un compromiso con la verdad a Moreira Salles, como documentalista, le interesa hacer documentales. «Yo no creo que el documental tenga un compromiso con la verdad», dice, porque lo que realmente le importa es ¿cómo son las personas?, ¿qué quieren?, ¿cómo están en el mundo, cómo viven? “No me interesa si están diciendo la verdad o no. Muchas veces, como siempre cuando se usa la memoria para recordar hechos del pasado, la memoria construye, olvida, crea, inventa, acrecienta y en este sentido, la verdad es un concepto muy pobre.”

 “El intenso ahora es la abolición del pasado en el presente, esos momentos en que se dice ‘ahora estoy enteramente conectado con la vida, en el instante, no pienso más en el pasado, no me interesa el futuro, me interesa el ahora’. Esos momentos son momentos que no están marcados en una historia. Hay puntos en toda la historia que esas explosiones de intensidad acontecen y también se acaban. A mí me interesa no el momento de intensidad me interesa el momento en que esa sensación de conexión pasa y que se está de nuevo en la vida desencantada, en la vida sin intensidad, pero esa es la vida en que vivimos. La mayoría de nuestro tiempo en la Tierra se da en momentos de la vida cotidiana, del trabajo, del hambre, del sueño, etcétera y tenemos que encontrar la capacidad de construir y darle sentido» para entender que «no hay victoria total, pero tampoco hay fracaso absoluto». 

 

El intenso ahora formó parte de la Gira de Documentales Ambulante

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