Mexicanos poseen tendencia genética hacia la obesidad y a las enfermedades crónicas

Ciudad de México, México, 03/08/12, (N22).- La población mexicana presenta una alta predisposición genética para desarrollar sobrepeso y obesidad, y a generar, en consecuencia, enfermedades crónicas y complicaciones metabólicas, revelan estudios de investigadores de la Facultad de Química (FQ) de la UNAM, realizados en colaboración con el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición (INCMN) Salvador Zubirán, y el Instituto Nacional de Medicina Genómica.
Los hallazgos más relevantes incluyen la identificación de una variante génica de riesgo metabólico, exclusiva de los mexicanos, que altera la función del transportador de colesterol ABCA1, y provoca una disminución en los niveles de colesterol “bueno”, o HDL, encargado de limpiar las arterias.
En entrevista, Samuel Canizales Quinteros, académico de la FQ y coordinador del equipo de trabajo, con 10 años de experiencia, señaló que si ese transportador funciona bien, ocasiona niveles normales o altos de HDL, partículas que poseen propiedades antiinflamatorias y antioxidantes; de hecho, “personas con colesterol bueno alto tienden a ser longevas”.
Asimismo, detalló que este gen, cuya función es obtener colesterol de las células para formar HDL, presenta un cambio de aminoácido (arginina por cisteína en la posición 230) que sólo se ha encontrado en poblaciones con componente indígena.
“Se trata de una variante exclusiva de indígenas y mestizos de este continente. Hemos llevado a cabo estudios en grupos de África, Asia y Europa, y en ninguna de ellas encontramos la alteración”, abundó.
Ello incrementa el riesgo de presentar obesidad y, si está afectado, provoca que el páncreas no libere insulina de forma adecuada, con lo que se incrementan las probabilidades de desarrollar diabetes.
En la actualidad, estos expertos buscan otras variantes exclusivas de América, para explicar por qué ciertas enfermedades como el hígado graso no alcohólico y la diabetes tipo 2, entre otras, son más prevalentes en este espacio geográfico.
Otros genes involucrados
Otros proyectos encabezados por Canizales se relacionan con la indagación de genes que incrementan las posibilidades de presentar obesidad y sobrepeso, que van en aumento y son factores de riesgo para desarrollar diabetes, hipertensión, hígado graso no alcohólico y algunos tipos de cáncer.
Una de las líneas de investigación revela que el gen FTO, vinculado con la cantidad de grasa en el organismo, el receptor de melanocortina 4 (MC4R) y la proteína convertasa 1 (PCSK1), aumentan casi cuatro veces el riesgo de obesidad mórbida, o de tipo III entre los mexicananos, pero no se ve tan aumentado para la obesidad I y II, que son las más comunes, puntualizó.
Otro grupo se ocupa de entender qué sucede con la acumulación de grasa en el hígado, pues otra de las comorbilidades a las que se asocia la obesidad es el hígado graso no alcohólico, que puede progresar hacia complicaciones como cirrosis o hepatocarcinoma.
Por ello, uno de los objetivos planteados en este análisis es determinar marcadores moleculares no invasivos, que permitan identificar sujetos en riesgo de presentar complicaciones.
En cuanto a la prevalencia de este padecimiento, el investigador estimó que se presenta en alrededor del 70 por ciento de las personas con obesidad, cifra que aumenta a 90 puntos porcentuales si padecen obesidad severa o mórbida.
La importancia de iniciativas académicas en este tema radica en que la prevalencia se incrementa. “México ocupa el primer lugar en obesidad infantil, y en adultos también estamos entre los primeros lugares a nivel mundial. Por ello, actualmente realizamos estudios en un grupo de más de cuatro mil niños en edad escolar, que nos permita identificar los factores genéticos y ambientales de riesgo”, explicó.
Canizales, que realiza desde hace más de una década proyectos enfocados a la genómica de la obesidad y comorbilidades relacionadas, sostuvo que este padecimiento no se puede considerar sólo como un problema genómico, sino como una enfermedad compleja que requiere de muchos factores para desarrollarse, como el sedentarismo, la mala alimentación y la susceptibilidad genética.
Trabajo multidisciplinario
Las tareas deben hacerse de manera multidisciplinaria, y con ese enfoque han hecho trabajos conjuntos con otros especialistas, como de los Departamentos de Fisiología de la Nutrición y de Endocrinología del INCMN, con quienes ha indagado la forma como funcionan las dietas en personas con una alteración en el ABCA1, y han encontrado que estos pacientes responden mejor a una dieta rica en soya, con la que elevan sus niveles de HDL.
También, han empezado a analizar, con otros equipos de trabajo, la manera de determinar qué componentes de la dieta pueden aumentar o disminuir el riesgo de obesidad de acuerdo a la composición genética.
“Es importante, porque no se trata de un tratamiento farmacológico, sino dietético. Con esto buscamos entender la genómica como parte de las enfermedades complejas, para encontrar variantes con un efecto mayor que, con intervención de la dieta, puedan tener impactos positivos en la población, en especial en sectores de mayor riesgo, de acuerdo con la composición genómica”, adelantó.
La idea, concluyó, es sumar esfuerzos para tratar de bajar las tasas de obesidad en el país. “Esperamos que nuestros resultados sean útiles para el desarrollo futuro de pruebas de diagnóstico y de programas preventivos, que contribuyan, además, a disminuir los altos costos que destina el sistema nacional de salud para el tratamiento de la misma, y comorbilidades relacionadas”.
Foto: http://bit.ly/NXMera
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